jueves, 21 de julio de 2016

Summertime

Lo mejor del verano, sin duda, son las múltiples oportunidades que tenemos para poner a trabajar el coco e idear maneras de combatir el calor. La resignación, la pereza y la desgana que nos trae el mercurio burbujeante de los termómetros nos dejan el cerebro tostadete, pero siempre es bueno dejar a un lado el nihilismo interior veraniego y echarle imaginación.

Si estáis esperando como agua de mayo esos ricos chapuzones en el mar pero aún os falta, como a mí, un poquito para que lleguen (a mí 65 días exactamente, me gusta despedir el verano como se merece), dejad de lloriquear e idead vuestra propia técnica climatizadora.


¿Y a que viene esta introducción tan idiota? Pues sí, es difícil refrigerar la mente si aún no separan unos cuantos kilómetros y días de la playa. Era simplemente una excusa para hablar un poco de lo que a mí me gusta hacer en verano para bajarle la temperatura a mi perturbado cerebro. 


Para mí, damas y caballeros, el verano es la temporada ideal para ingerir terror a cucharadas rebosantes. Desatar el frikismo en invierno es demasiado fácil porque hace frío, hay más tiempo para estar en casa porque la cerveza y el pernoctar apetecen menos, y los ratos bajo la manta dan para mucho. Las temporadas de series entran solas, las pelis en el sofá saben a gloria y la posición horizontal es la más practicada. Es verdad, el invierno mola y, después de sufrir varios meses de calor achicharrante, los deportes de interior le dan a una la vida. A mi me gusta, sin embargo, disfrutar de la cultura de lo espeluznante durante el verano porque creo que tiene mucho encanto ver pelis slasher prácticamente en bragas y leer a Lovecraft mientras la sábana bajera de tu cama se te pega al cuerpo como si fueran los tentáculos de Cthulhu. Llamadme rebelde si queréis. 

Esta segunda introducción me vale para presentar mi entrada, por fin. Que sí, que ingerir terror mola en verano, en primavera, en invierno y en otoño. Mola mazo. Pero en verano te ayuda, por lo menos, a distraer tu perversa mente de los 45º que tienes pegados al pellejo.  


Quiero homenajear en esta entrada, ahora sí, a algunos representantes de la cultura del horror, de lo macabro, de aquello que sobrecoge nuestros corazones. Representantes de todo tipo, pero todos ellos tienen en común el amor por el encanto de lo espeluznante, de lo más terrible que vive dentro de todos y cada uno de nosotros. No hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor, al estado desolador en el que tenemos el mundo, para saber que en el alma humana habita la más espantosa de las bestias, el Mal Supremo. 
Y mientras hacemos tiempo hasta que el ser humano se extinga, que lo hará, vamos a entretenernos con un poco de terror del bueno, para así evitar propagar el nuestro por el mundo durante un ratejo. 



LAS PELÍCULAS DE MONSTRUOS DE LA UNIVERSAL
Como no podía ser de otra manera, los primeros de mi lista son ellos. Los Universal Studios deleitaron al mundo durante las décadas de los treinta y los cuarenta con una serie de películas de terror de una calidad sobresaliente y de las que ya podrían aprender los mojones de hoy en día. Vivimos en la era del remake, y por algo es. Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor, y en lo que respecta al cine de terror, las películas de los estudios Universal tomaron un papel importante, ayudando a pavimentar el sendero sobre el que echaría a rodar la cultura cinematográfica del terror. 
Drácula, Frankenstein, El Hombre Lobo, Jeckyll & Hyde, La criatura de la Laguna Negra, La Momia, El jorobado de Notre Dame, El fantasma de la Ópera, El hombre invisible... cientos de criaturas inolvidables, seres malditos, algunos de ellos protagonistas de clásicos de la literatura, los seres de la Universal conquistaron y siguen conquistando al gran público por su imperecedero encanto, por ser personajes de extraordinaria complejidad y profundidad y por representar las raíces de la cultura del horror. Actores como Bela Lugosi (el eterno y el más aristocrático de todos los Dráculas), Boris Karloff (magnífico como monstruo de Frakenstein y La Momia, entre otros) y Lon Chaney (el hombre de las mil caras) pusieron rostro y personalidad a algunos de los monstruos más míticos de la historia del cine. Millones de gracias a todos ellos.




EDITORIAL VALDEMAR
La gente que me conoce sabe que mi sueño no cumplido (todavía, quién sabe...) es trabajar en una editorial. Verle y tocarle las tripas al libro antes de que el público lo vea en la estantería, resplandeciente, con un bello acabado y un interior maravilloso, es mi oficio soñado. Aún no ha llegado ese día y me tengo que conformar que tener mi pequeña y preciada colección y admirar desde la distancia el trabajo de profesionales como Rafael Díaz Santander y Juan Luis González, fundadores de mi amada Editorial Valdemar.
Bautizada así en honor al relato "La verdad sobre el caso del señor Valdemar", de Edgar Allan Poe, Valdemar nació en 1989, y desde ese año ha estado editando de manera magistral obras clásicas, narrativa gótica, de terror, fantástica, ciencia ficción y ensayo, entre otros. 
Podéis deleitaros con su catálogo pinchando aquí. Os recomiendo su colección Gótica. Brutal.


 

LA FAMILIA MONSTER (THE MUNSTERS) / LA FAMILIA ADDAMS (THE ADDAMS FAMILY)
Los Monster y los Addams fueron las dos familias más importantes de la televisión en los sesenta. Ambas emitidas desde 1964 hasta 1966, fueron un ejemplo de cómo el horror y el humor pueden fundirse hasta el punto de no saber dónde empieza uno y termina el otro, con un brillante trasfondo cultural y unos guiones geniales. Personajes entrañables y divertidos viviendo las situaciones más extravagantes posibles en escenarios de pesadilla, lóbregos y llenitos de telarañas, pero con un encanto sin fecha de caducidad. 
Dos series inolvidables para disfrutar en verano, con un rico granizado o un café con hielo en la mano. Si eres como yo, más de sombra que de sol, disfruta de tus tardes de persianas bajadas viendo a las familias más desternillantes de la televisión en blanco y negro. Y poco a poco, los días de playita llegarán. 




STEPHEN KING
Sin duda alguna, Stephen King es el rey contemporáneo del género de terror. Su primer libro, Carrie, fue editado en 1974 y a partir de ahí pasó a convertirse en uno de los escritores más prolíficos, con docenas de novelas publicadas. Aunténticos tochacos además. 
Para mí, Stephen King es un gran escritor. A pesar de ser un escritor de best sellers, precisamente por eso me parece que está un pelín infravalorado, y que será uno de esos autores que el gran público adorará una vez no esté entre nosotros. Escribir un libro de 1.500 páginas como It y conseguir entretener al lector durante todas ellas no es algo fácil. No es mi novela favorita, pero con ella me convenció del todo como autor, es una fuckin' obra maestra, retorcida y perversa.
Stephen King es mi autor favorito para leer en verano. Ya dije que el verano 2016 iba a ser casi exclusivamente King, y de momento llevo La larga marcha y Dolores Claiborne. King es ligero, es entretenido, es terrorífico y sus historias son perturbadoras a más no poder. Entre ese saco de títulos que tiene publicados hay truñetes y cosas aburridillas, pero se le perdona. Cementerio de animales sigue siendo mi favorita. La película no es gran cosa, pero sale Fred Gwynne (Herman en La familia Monster) y tiene banda sonora de los Ramones, así que minipunto y punto para ella.

El vídeo ramoniano va con dedicatoria :)

VINCENT PRICE

Descubrí a este caballero de la misma manera que hicimos todos, con Eduardo Manostijeras. Price daba vida al inventor, a un Dr. Frankenstein del año 1993, a la persona que daba vida a Edward. Fue su último papel antes de morir. Pero si por algo se conoce a Vincent Price es por su papel en numerosas películas de terror en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta. Su altura, su voz y su presencia imponente le hacían perfecto para el papel de villano. En una época en la que los medios eran mucho más escasos que ahora, las películas eran un auténtico derroche de ingenio. Sugerir en lugar de mostrar. Una sombra en un pasillo dice más que un miembro amputado. 
El cine clásico de terror derrochaba lucidez y sutileza, convirtiendo buenas ideas en imperecederas obras de arte. 
No tengo mucho más que decir de él en este blog, he hablado mucho ya de él y solo me queda expresar mi más humilde admiración hacia su carrera una vez más. ¿Mi película favorita suya? Me quedo con dos. Bueno, tres. Bueno, todas.



MICHAEL MYERS
Las sagas de películas slasher son como muy para el verano en general. El verano pasado hice una maratón de las siete pelis de la saga Halloween porque me faltaban algunas por ver y, desde entonces, Michael Myers se ha convertido en mi villano favorito de terror contemporáneo. Hizo su primera aparición en Halloween (1978), dirigida por John Carpenter (este hombre se merecería una entrada sólo para él) y a partir de ahí, la saga continuó con él (salvo en una de las pelis, la tercera, en la que se fueron por las ramas y no sale), cuchillo en mano, repartiendo maldad a diestro y siniestro. 
Porque Michael Myers representa eso, al fin y al cabo, la maldad del ser humano. La maldad que no puede morir, que siempre está ahí y con la que nadie puede acabar. Michael nunca corre, no le hace falta. Con caminar detrás de ti le basta y le sobra para que te cagues encima o te tropieces de manera bochornosa en tu inútil intento de huir de él. Por eso Michael es inmortal y por eso la saga continuará hasta que la Tierra se desintegre. 
¿Que por qué más motivos me gusta Halloween? Pues porque tiene la banda sonora más dabuten desde El exorcista. Y quien niegue eso se las tendrá que ver conmigo.
Michael, marry me! 










Mi lista veraniega del terror termina aquí. Podría incluir mucho, mucho más, pero nunca terminaría. Mis más sinceras disculpas a Poe, a Bradbury (el escritor más terrorífico de ciencia ficción), a Roger Corman, a Zdzislaw Beksinski (el perturbado pintor de infiernos), a Caspar David Friedrich o a los miembros de Mayhem, por nombrar algunos. Sin embargo, es verano, y había que hacer una selección ligerita para consumir bajo la sombrilla o en el sofá, con un polo de limón. 

Tened cuidado ahí fuera, porque el mundo se está poniendo cada vez más peligroso. Si hace mucho calor, disfrutad del infierno de puertas para dentro, hay miles de opciones.



viernes, 12 de febrero de 2016

Las mejores canciones de Fangoria

Hace pocas horas que se ha publicado el último disco de Fangoria, Canciones para robots románticos, y he podido ya escucharlo de principio a fin. ¿Que qué me ha parecido? Pues, para ser sinceros, hacía mucho tiempo que un disco suyo no me gustaba tanto así, a la primera escucha. Y a las siguientes, pues ya iremos viendo :D Promete, promete.
Tengo muchas emociones en el cuerpo. Entre el nuevo disco de Alaska y Nacho (y de algún otro grupo), el concierto en abril, el concierto de The Cure en unos meses y demás ajetreos del día a día, no quepo en mí de gozo. Y como guinda del pastel, esta semana fui al cine por fin a ver Carol. Entonces ya, para qué os voy a contar. Cuando terminó me quedé sentada pensando "bueno, yo me quedo y que le vuelvan a dar al play".


Bueno, Carol ya merece una entrada para sí sola. ¡Qué película tan maravillosa, por dios! [intertar corazoncito aquí, aquí y aquí]
[Y aquí otra media docena más]

Me siento completamente sobreestimulada, entre unas cosas y otras. Mucha música, muchas pelis y muchas series requieren mi atención. Problemas del primer mundo, que diría una que yo me sé. Tengo la suerte de tener un horario de trabajo que de momento me permite dedicarle tiempo suficiente a estos quehaceres del día a día, entre ellos, subir entradas a mi blog. Y no lo hago más porque pensar cansa.

Bien, pues con motivo del lanzamiento de Canciones para robots románticos, la entrada de hoy va a estar dedicada a Fangoria y a sus mejores canciones. Qué entiendo yo como sus mejores canciones es otro tema, también os digo. ¿Mejor decir mis canciones favoritas? Podría decirse que sí, aunque he eliminado algunas de la lista por ser demasiado obvias y porque a ver a quién no le van a gustar "No sé qué me das" o "Miro la vida pasar". Es verdad que he incluido alguna un poco obvia de los primeros discos, pero como por entonces nadie se acordaba de ellos y estaban en tierra de nadie postDinarama, supongo que tampoco es obvio del todo. 

Tengo una lista un poco preparada, y como sé que va a ir cambiando a medida que vaya escribiendo y añadiré y quitaré cosas, no voy a numerar las canciones. Vamos a llamarlo Top Hits de andar por casa, y veremos lo que va saliendo.

Alaska no salía en realities y Nacho tenía pelo.
Fangoria acababa de nacer. Año 89

"En mi prisión" (Salto Mortal, 1990)
No me sigas con cuentos y échale más valor
qué sabes tú lo que siento, qué sabrás tú del amor

El primer disco de Alaska que fue mío, y sólo mío, fue el Delirios de Grandeza, un recopilatorio que se publicó en 1996 y que incluía lo mejor de Pegamoides, Dinarama y alguna cosilla de los comienzos de Fangoria. Esto lo habré contado entre quince y treinta y seis veces. Mi hermano terminó por regalármelo, después de habérselo pedido prestado para escucharlo unas doce mil docenas de veces.
Lo de anunciado en televisión es totalmente cierto. Yo aún me acuerdo del anuncio y espero con esperanza a que alguien en algún momento lo rescate de alguna cinta vieja y lo cuelgue en youtube. 
El disco incluía sólo tres canciones de Fangoria, y una de ellas era "En mi prisión". Recuerdo que aquel sonido no tenía nada que ver con "Ni tú ni nadie", ni con "Vértigo", que te hacía saltar y vociferar mientras corrías por los pasillos de casa. Aquello era diferente, Alaska parecía diferente, casi susurraba, y el sonido, para los oídos de una cría de ocho años, daba un poco de miedo. Yo de aquella ni siquiera sabía la diferencia entre los tres grupos, sólo sabía que Alaska era el denominador común y que Pegamoides era divertido (ya sólo el nombre sonaba divertido) y Dinarama, como muy alegre. Pero las últimas canciones del disco sonaban diferentes y parecían más serias. 
"Veo la casa quemada al mirar atrás" sonaba igual de fuerte que "maté al siguiente con un alambre", pero mis tiernas orejuelas notaban algo diferente, y no sólo en el pelo de Alaska. 


Los vídeos que hicieron en esa época eran muy serie B. Chroma psicodélico, Alaska haciendo playback y Nacho dejando que la cámara hiciera todo el trabajo. Esto último más o menos como ahora, vaya.

"Siempre alrededor" (Un día cualquiera en Vulcano 1.0, 1992)
Del futuro me esfumé, del pasado me burlé
y el presente me da tanta risa

Entre 1992 y 1995, Fangoria sacó la trilogía de Vulcano, que era su propio estudio por aquel entonces. "Siempre alrededor" no es ni de lejos una de las canciones más conocidas, pero a mí siempre me ha parecido muy pegadiza, y las letras de Nacho siempre merecen la pena. Una canción sobre jueguecitos espacio-temporales con un ritmo bastante colorido que hacen de ella más que merecedora de aparecer en alguna lista por una vez en su historia. 


"En la Disneylandia del amor" (Un día cualquiera en Vulcano 2.0, 1993)
No tienes que buscar ningún otro lugar
tras esta puerta encontrarás mi altar

"En la Disneylandia del amor" es, para mi gusto, la canción más bonita de la historia de Fangoria. Será mejor o peor que otras, pero es una canción preciosa y, por una vez, en la letra no hay traiciones, ni desamor, ni venganza, ni rencor, ni robots ni ningún tipo de personaje tóxico. Sólo hay de eso, amor, libertad, mucho refrote (con mucho glamour, eso sí) y ningún tipo de arrepentimiento ni pudor. Y como siempre, Nacho haciendo algo (aquí lee una revista) y Alaska guapísima y sensual con su playback. 


"Misterios" (Un día cualquiera en Vulcano, 2.0, 1993)
¿Por qué tú con mis cartas enciendes otros fuegos
si yo me llevo puesto el que arde en mi interior?

Traición, un amor que se esfuma, infidelidad, rechazo, ¿odio?, ¿arrepentimiento? "Misterios" es una canción bastante oscura en muchos sentidos y adornada de guitarras eléctricas distorsionadas, algo que era muy típico en muchas de las primeras canciones de Fangoria. El resultado es digno de escuchar. En su disco Cuatricomía (2013), dedicaron uno de los cuatro minidiscos (el negro, claro está) a rescatar del olvido (que no Olvi) sus influencias más siniestras. El disco negro del Cuatricomía es, no lo voy a negar, bastante molón. Pero escuchando temas como "Misterios", lo que hoy es negro para Alaska y Nacho me parece más gris marengo que otra cosa. Han desteñido sus influencias, pero eh, que no me quejo. 


"Dios odia a los cobardes" (Un día cualquiera en Vulcano, 3.0, 1995)
Por una vez que me arriesgué a confiar
me di de bruces con la cruda, sucia y fea realidad

Lo neguemos o no, todos tenemos algún motivo en nuestras vidas (o varios) para sentirnos unos cobardes. Pero le ponemos remedio, nos hacemos los valientes, y nos explota en la cara. Entonces, ser cobarde es humano, supongo. Nada, que escuches cuando escuches esta canción, siempre te vas a acordar de algo que deberías hacer y no haces. Y te animas a hacerlo, ahora o después, y que explote todo si quiere.


Cierro el repaso a la trilogía Vulcano con esta última canción.

Y llegamos al año 99 con el que es, en mi opinión, el mejor disco de Fangoria hasta la fecha. 

"Me odio cuando miento" (Una temporada en el infierno, 1999)
Nos despedimos despacio para alargar el momento
siendo prudentes, por no decir cobardes
y apretando los dientes, para no decir
"yo me quiero quedar aquí contigo"

No hay duda de que los 90 fueron para Fangoria una década oscura. Con los 2000s llegó el color, la frivolidad, las melodías pegadizas. Pero en los 90 Fangoria estaba en tierra de nadie, Dinarama ya no existía y la gente no parecía mostrar mucho interés por lo que hacían los restos de aquel grupo cumbre de la Movida. Todo lo contrario había pasado en la transición Pegamoides-Dinarama. Pero es verdad que Alaska y Nacho dejaron de ser el centro de una década mágica para pasar a otra y caer en un momento en el no eran más que un par de raros que hacían música rara. Pero ellos siguieron haciendo lo mismo, hasta que, poco a poco, volvieron a dar que hablar. Una temporada en el infierno es el disco que marca un poco las dos etapas. Aunque sigue siendo un disco bastante melancólico, marca muy claramente el cambio entre las dos décadas y parece que se empieza a avistar un poco de luz. 
Fangoria nunca ha dejado de hacer canciones un poco taciturnas y de letras muy amargas. Es verdad que, en ese aspecto, pocas cosas han cambiado. Pero hubo un punto en el que la nostalgia dio paso a la superficialidad (superficialidad en el buen sentido de la palabra), y ese punto de inflexión fue este disco. Aún en él hay presente una pesadumbre que les había acompañado desde su primer disco, pero a partir de aquí, Fangoria nunca más serían unos ignorados. Todo lo contrario.
Una temporada en el infierno es un discazo, es redondo, tiene principio y final como tal. Es magnífico. Y "Me odio cuando miento", sin duda, mi canción favorita de toda la historia de Fangoria.


"¿Cómo solucionar problemas del corazón en condiciones atmosféricas adversas?" (Naturaleza muerta, 2001)
¿Cómo desactivar la tentación oyendo tu voz?
¿Cómo improvisar la solución sabiendo el error?

Con Naturaleza muerta volvió el éxito comercial para Fangoria. No veo que cambiaran demasiado, hombre, han cambiado de lo lindo desde los comienzos, pero ha sido una progresión continua. Aunque es cierto que desde ese disco los sonidos han evolucionado hacia parajes más coloristas, es así. Alaska ya no cantaba de manera tan melancólica ni Nacho parecía odiar tanto al mundo (mierda, espera, borra esto último). Naturaleza muerta fue uno de los primeros discos que me compré en mi vida, el resto eran regalados o eran cintas. Yo tenía 12 ó 13 años y tenía un discman muy chulo desde hacía no mucho. Nunca llegué a rayarlo, de hecho aún lo conservo en muy buenas condiciones, pero no sé cómo lo conseguí. 
Esta canción me gustaba especialmente, todas esas metáforas climatologías aún poseen un halo de aflicción bastante interesante. Mucho más interesante que otras muchas cosas que vinieron después. 


"Teatro del dolor" (Arquitectura efímera, 2004)
Entre los dos cayó el telón, tu fuiste el gran actor
de mi tragicomedia
Qué mal final de un mal guión, qué absurda decisión
por eso aquí se acaba la función

Con 16 años, esta canción me parecía una de las más tristes que había oído nunca. La adolescencia es una etapa en la que vives todo como si fuera el último día de tu vida, o más intensamente si cabe. Hay sensaciones y sentimientos que aparecen por primera vez, antes no te habías dado cuenta de que ahí estaban. Supongo que la música es una gran maestra, y aunque todo sea a base de letras y ritmos que les acompañan, aprendes más escuchando que esperando a que todo lo que descubres de oídas te pase a ti. Tarde o temprano lo hace, así que si te pilla preparado, ya sabes de qué va el asunto.

Arquitectura efímera nació como parte de un proyecto en común con el MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León). El director era muy colega de Alaska y Nacho y decidieron utilizar las canciones del disco como base para ciertas obras creadas por artistas asociados al museo. El disco salió y el MUSAC aún no se había inaugurado, pero el DVD que acompaña a la edición limitada del disco se considera como la primera exposición del MUSAC, en palabras de Rafael Doctor, director del museo. 



"Ni contigo ni sin ti" (El extraño viaje, 2006)
Vuelves a mentir, no me engañas
tú no eres feliz
no sin mí
no sin quien te haga sufrir

Reconozco que he estado a punto de saltarme este disco en mi selección de canciones. No tenía pensado seleccionar una de cada disco, pero más o menos ha salido así. El extraño viaje es mi disco menos favorito de todos. Alaska y Nacho se vistieron entericos de blanco y no les sentó nada nada bien en ningún aspecto. En mi opinión, ninguna de las canciones merece especial mención salvo esta, que por lo menos es bastante pegadiza. 
Amor despechado al más puro estilo telenovela mexicana es lo que transmite esta canción. La letra no es la más ocurrente del mundo, pero al menos puedes identificarte con ella. A ver quién no ha pensado alguna vez eso de "ni contigo ni sin ti"...


"La pequeña edad de hielo" (Absolutamente, 2009)
Una pequeña edad de hielo es un mal pasajero
sabiendo que la hoguera arderá en este invierno polar

He aquí una de mis canciones favoritas de Fangoria. Sí bueno, todas estas lo son, pero esta más. Había mucha expectación con el nuevo disco de Fangoria y se decía que habría bastantes sorpresas. En efecto, Alaska se tiñó de negro, lo cuál ya era bastante impactante. Dejaron el blanco y se pasaron al plateado y al negro. Sara Montiel cantó y grabó vídeo para la canción que da título al disco. 
Lo cierto es que Absolutamente es mi disco menos escuchado de ellos, no sé por qué, porque me gusta mucho, reconozco que es fresco y en él se perciben muchas de las influencias que les han marcado con el paso de los años. Pero cosas que pasan, he escuchado mucho más otros de sus discos, supongo que será coincidencia. De todos modos, esta canción me encanta, y la veo como una prolongación de "¿Cómo solucionar problemas del corazón en condiciones atmosféricas adversas?". Primero pasas por una tormenta que no sabes si vas a poder superar, y ahora ya estás completamente congelado, probando a ver si con un poco de fuego puede solucionarse. Medidas desesperadas de ultima hora. Canción absolutamente maravillosa, y Alaska estaba guapísima.


Después de este disco, Fangoria publicó el mejor regalo que le ha hecho a los fans nunca. El paso trascendental del vodevil a la astracanada, un recopilatorio con varios discos diseñado por Juan Gatti. 


Este disco lo tenía todo: todos los singles de Fangoria desde el comienzo, versiones de otros artistas, rarezas, un DVD con videoclips y, lo más importante, un cd con versiones de Pegamoides y Dinarama, algo que no creíamos que iba a ocurrir jamás. Pero los astros se alinearon y Alaska y Nacho deleitaron a los fans con esta maravilla llena de referencias a su carrera y a sus influencias. Una obra de arte elegante y excesiva a partes iguales. Si le dicen a Alaska en el 90 que iba a estar cantando "Ni tu ni nadie" en un teatro de Buenos Aires a lo Noche de fiesta veinte años después, no se lo cree ni borracha. 


"Un robot no cree en Dios" (Cuatricomía, 2013)
Borré los sueños y los fantasmas
pensé en la muerte, y un poco asustada
vi el futuro ardiendo en la distancia

Fangoria nos tuvo bien entretenidos con la "Operación Vodevil" durante tres añitos, entre giras y demás. Pero llegó el momento de sacar nuevo disco y lo que llegó mereció con creces la espera. Cuatricomía (posteriormente ampliado en una reedición llamada Policromía) estaba compuesto de cuatro EP's diferentes que representaban las principales influencias de Fangoria desde los inicios: el cian representaba el pop, el magenta el rock & roll, el amarillo la electrónica y el negro la música siniestra. Los cuatro discos venían incluidos en una cajita junto con láminas de colores que superpuestas formaban la portada, y un libreto. Se habían superado una vez más mimando a los fans, de eso hay que estarles agradecidos. 
El disco en general me encantó, pero hay dos canciones que me gustaron especialmente. Una de ellas fue "Un robot no cree en Dios", del disco amarillo. La letra es muy Nacho. Vamos, que si quieres ahora mismo le llamo y le pregunto qué coj... significa todo eso, pero creo que está de firma de discos, así que le viene un poco mal que le llame a estas horas. De todas formas, con la ciencia ficción siempre toca poner de nuestra parte. Pues aquí igual.


"Cuatro colores" (Cuatricomía, 2013)

No tengo miedo mientras me elevo
dejando el mundo, dejando el suelo

Lo siniestro me tira, me tira de lo lindo. "Cuatro colores" es la canción que cierra el disco, la última canción del EP negro. Un broche de oro para un disco multicolor diseñado para ser interpretado de manera individual, un disco enigmático en su mayor parte y uno de los más completos. La voz de Alaska en esta canción suena como si estuviese tumbada, muy acorde con lo que la letra te va transmitiendo, y acorde con el color del disco. 



¿Lo hago o no lo hago? Venga, me lanzo a la piscina. He escuchado sólo una vez el nuevo disco, pero varias veces ya una canción en especial que me ha gustado muchísimo.

"Disco Sally" (Canciones para robots románticos, 2015)
El reloj molecular se paró hace tiempo ya
ha dejado en el ambiente un eco muerto del tic tac

Tengo entendido que Alaska tuvo serias dificultades para llegar al tono en esta canción, así que veremos al guapisimo Rafa Spunky en directo echándole una mano seguro. No importa, porque la canción es impresionante y emotiva. Según me cuenta google, Sally Lippman fue una mujer nacida en 1900 muy famosa porque se pegaba unas juergas que no veas en la discoteca Studio 54 de Nueva York. Pero esperad, que Nacho os lo cuenta mejor.


Me gusta, me gusta mucho esta canción. A ver qué os parece.


Y mientras yo estaba aquí, echando la tarde recopilando grandes temas de uno de mis grupos favoritos (más que grupo, de dos de mis artistas favoritos de la historia), ellos estaban en el Fnac de Callao, a dos kilómetros de mí, firmando discos. Pero punto uno, aún no tengo mi disco, porque los del preventa de El Corte Inglés son un poco inútiles (de todas formas ya me viene firmado); y punto dos, soy de las que piensan que es mejor dejar correr el aire entre tus ídolos y tú. 



Gracias por leerme, una vez más. 

domingo, 31 de enero de 2016

Los mejores momentos de The L Word (2ª temporada)

¡Ya he vuelto! Han pasado varios días desde que terminé mi repaso a la segunda temporada de L, pero resulta que ha aparecido en mi vida una serie noventera cuyas nueve temporadas me tengo que tragar lo más rápido posible porque hay una décima que acaba de estrenarse, entonces me abdujeron los aliens y un ovni se estrelló en la Gran Vía y que si la abuela fuma y demás. Conclusión: que hay tiempo para todo (o no), así que vamos a lo que vamos. 
Han llegado a mis oídos rumores. Rumores malvados. Y me he enterado (que no es porque no lo sospechara ya) que mi análisis de la primera temporada fue un cacao maravillao. Que no había manera de seguirlo sin estar haciendo en pino puente y cruzando los ojos, y aún así, costaba. Vale, que es verdad, que fue un lío del carajo, lo admito. Voy a intentar que esta segunda entrega (oye, qué importante suena eso de entrega) sea, por lo menos, legible. Es que se me lleno de orgullo, satisfacción y otras cosas cuando toca hablar sobre esta serie. Es mi SERIE. Hay otras, es verdad,


pero ninguna como L


Voy a intentar controlar un poco mis emociones esta vez. 

Bien, recordemos cómo terminó la primera temporada de la serie para las protagonistas. A Shane le rompen en corazón, Tim pilla a Marina buscando algo entre las piernas de Jenny, así que se separan, luego se casan y se vuelven a separar. Y pasa lo siguiente: Jenny y Marina tampoco pueden estar juntas porque Marina tiene una vida sentimental que ya la quisieran los protagonistas de Pasión de Gavilanes, así que Jenny lo pasa un poco mal; por otro lado, recordemos que ha aparecido una carpintera llamada Candace que se mete en medio de LA PAREJA por excelencia en la serie, Bette y Tina, las cuales están pasando por una racha difícil debido al aborto de la segunda. Y qué más, qué más... ah, pues que Alice besa a Dana y le dice que no puede casarse con Tonya (Gracias, Alice). ¿Qué pasa ahí? La primera temporada termina con muchos interrogantes y muchas cosas se quedan en el aire. 

No voy a poder evitar spoilear a maza en esta entrada, es imposible. Pero no creo que a nadie que no haya visto la serie le apetezca leerla para nada, por lo tanto da igual, allá vamos. 
El primer bombazo que nos llega nada más comenzar el primer capítulo es algo que nos parte el corazón sin remedio: Tina está embarazada. Bette y Tina no están juntas, pero Tina va a tener un bebé después de haberse practicado una segunda inseminación al enterarse de que Bette le es infiel. En la consulta de la ginecóloga, Tina habla con ella, comentándole que no quiere decírselo aún a nadie y que parece que lo va a tener ella sola. La escena termina con una música tristísima sonando y un plano que se abre, mostrando a Tina en la habitación (la ginecóloga parece haberse evaporado para hacerlo todo más dramático) y dejándonos al resto con una pena que pa' qué.

Vale, voy a salirme un poco del drama Tina-Bette porque no todo en esta temporada es triste. Ni siquiera ese tema (sólo un poco), pero ya volveré a eso después. 
Uno de los primeros chispazos de la temporada segunda nos estalla en la cara justo cuando aparece en escena un personaje nuevo: Carmen de La Pica Morales. Shane la conoce durante una jornada de trabajo en la que tiene que peinar a Arianna Huffington, una periodista y escritora que va a presentar su libro en un programa televisivo. Shane conoce a Carmen entre bastidores, y ésta le comenta que es DJ y le pregunta si quiere escuchar un par de temas propios. Lo que ocurre después ya es otra historia, y me estoy yendo (si te fías, con esta serie siempre te acabas yendo al mismo sitio). Lo que yo tenía apuntado en mi libreta era la cara de memas que se les queda a las dos cuando se ven por primera vez. No es esta la imagen exacta, pero se capta un poco lo que quiero resaltar.

Una relación que va a dar para mucho, mucho

Como hay demasiados grandes momentos en esta maldita serie como para hablar de todos, me voy directa al instante más gracioso del segundo capítulo. Las chicas están pensando en llevar a Tina a que le hagan un lap dance para que se anime (atención a la idea de mierda). Lo cierto es que tal bailecito termina siendo de lo más deprimente de todo el capítulo, pero no es ahí a donde quiero llegar. Antes de eso cenan en un restaurante chino mega cool, donde hablan del tema y al final la única a la que parecen haber hecho el lap dance antes es a Tonya, que tras enterarse de que a Dana tampoco se lo han hecho, hace el comentario de turno: "no, es que Dana no quiere a nadie refrotándose con ella que no sea yo" (no con esas palabras, pero parecidas, y con un tonito de estar hablando con su cachorro que con su novia). Las miradas de Dana y Alice se cruzan, atravesando a la pobre Shane, que está en medio. Y Shane, que es muchas cosas y entre ellas avispada, casi se atraganta con sus tallarines. Aquí huele a.... ¡seeeeeexooooo!Y todo esto con la cámara situada sobre el plato giratorio dando vueltas sin parar de un lado a otro. Sí, Shane, sí, Dana y Alice se lo están montando (aprovecho para utilizar aquí una expresión de los 2000s que se está perdiendo, "montárselo con"), o bueno, todavía no del todo, pero están en ello.

Y Tina sin coscarse de nada

Y esta ha sido otra escena graciosa que ha perdido toda la gracia tras haber sido contada por mí. Que veáis la serie, ¡coj*$%#ones!

Casualidades de la vida, Bette pasa por ese mismo restaurante a recoger comida para cenar con Kit, y sólo Shane va hasta su coche a hablar con ella. Lo único que le sale decir es que lo siente, y que la situación apesta (la del lap dance no, la de la separación de Bette y Tina). Después de las dos implicadas en la ruptura, la pobre Shane es la que peor lo está pasando. Shane es mucha Shane. Y después del dichoso lap dance, la noche termina con Sexy Shane, Bette y Jenny bebiendo cerveza sentadas en el porche de Bette. ¿Y cuál es el resultado de ello? Shane y Jenny acaban siendo compañeras de piso, lo que dará lugar a una de las amistades más puras y sinceras de toda la serie. Y ahora dejo una imagen muy bonita, pero lo que realmente quería era enseñar la cara que pone Bette al pensar en el panorama que se avecina con esas dos viviendo juntas mientras bebe cerveza a morro. Mala suerte, no he encontrado foto de ella.


Jenny es el personaje más complejo de la serie, lo digo sin miedo a equivocarme y con total convicción. Es una mujer con un mundo interior tan complicado, que muy pocas veces somos capaces de comprender lo que hace o lo que dice. Siempre todo tiene un doble sentido o es tan intenso que nos perdemos de camino a su significado, a veces más simple de lo que nos hace ver. Jenny es una carga explosiva de miedos, traumas, cambios y un pasado que se pasa toda la serie montado en sus hombros, haciéndole ver todo con unas lentes que deforman su presente. Jenny se pasa capítulos y capítulos (toda la serie, en realidad) pululando de un lado a otro, sin encontrar un lugar al que poder pertenecer porque siempre se siente una extraña. Shane cambia todo eso, y a partir de este momento, pasa a ser su apoyo más incondicional. Pero por desgracia, hay personas para las que todos los apoyos del mundo son algo totalmente insuficiente.

En el episodio cuarto, Jenny toma una importante decisión: quiere que Shane le corte el pelo. Mucho. Y lo que esto simboliza no es moco de pavo: numero uno, Jenny se pone en manos de su nueva mejor amiga para deshacerse de algo tan personal como es para una mujer su melena; y número dos, Jenny se desprende de algo muy íntimo, una parte de su antigua 'yo' que le está atando al pasado más reciente. Ella necesita romper su cascarón y lo hace de esta manera. Y número tres, es a partir de ese instante cuando Jenny empieza a identificarse como lesbiana y deja de intentar convencerse de lo contrario, algo que va ciertamente unido al hecho de dejar atrás su antigua yo, aunque sea de una manera tan simple en apariencia como cortarse el pelo. A partir de ahí, Jenny comienza una trasformación, y pasa de ser una chica insegura y extremadamente sensible a ser extremadamente sensible y un poquito hija de perra (va progresivamente, algo es algo).


No adelantemos acontecimientos, es demasiado temprano.

Jenny se convierte es una mujer directa, afilada e incluso hiriente, sobre todo a partir de esta temporada. La verdadera Jenny brota como una fiebre intensa, y su cáscara se desprende de manera suave en forma de punzante sarcasmo y brutal sinceridad. Otras veces, sin embargo, simplemente funciona de portavoz para todas las mujeres del mundo, haciéndonos abrir la boca y decir: "joder Jenny, gracias, hasta que no lo he oído en alto no me he dado cuenta de qué verdad más grande es esa".
No es Shane la única en irse a vivir a casa de Jenny, a la casa que compartía con Tim. Aparecen todo tipo de candidatos muy pintorescos, desde un nudista a una chica la mar de cristiana que les ofrece un curso para poder salir de ese estilo de vida homosexual que llevan. Al final se quedan con Mark Wayland, un novato director de documentales que desde un primer momento se interesa por el estilo de vida (otro que tal baila) de las chicas, hasta tal punto de querer registrarlo a través de su(s) cámara(s). Una de las primera preguntas que les hace viene de una duda que él, como hombre, tiene: ¿cuál es el acto principal en el sexo lésbico? En el sexo heterosexual es follar, ¿y en el sexo entre mujeres?

Todo este rollo del documental se le va a Mark de las manos. Bastante, ademas. Mark es un chico sensible. Sensible y terriblemente ignorante. Pero esa ignorancia y la curiosidad que ésta conlleva le hacen obsesionarse por todo lo que descubre en ese "estilo de vida" del que él lo desconoce todo. Y Shane es el mundo que le intriga principalmente, un mundo con sus pequeños satélites (Carmen y Jenny).
Aunque Mark es un tanto torpe, gracias a él nos llegan los instantes de la serie en los que mejor llegamos a conocer a Shane, y la conocemos a unos niveles que no volvemos a tener el placer de explorar, y además, durante una temporada especialmente complicada para ella. No puedo irme de este párrafo sin recordar su visita al confesionario de la iglesia, y esa frase que nos rasga por dentro: "Todo el mundo quiere algo de mí, y yo no tengo nada que dar".

Volvamos ahora a la complicada relación actual entre Alice y Dana. La temporada primera terminaba con su beso. ¿Y ahora qué pasa? Pues pasa que Dana está preparando su boda con Tonya. Alice era/es su mejor amiga pero a la vez no puede dejar de pensar en volver a besarla.


Hay que reconocer que Dana no lo tiene nada fácil, y eso añadido al hecho de que es una auténtica buenaza, pues lo tiene complicado. Haga lo que haga, alguien va a salir mal parado. Sorpresas de la vida, nadie resulta herido y ambas comienzan una relación, no sin previamente habernos dejado todo tipo de escenas entrañables.


Las escenas posteriores siguen siendo muy entrañables, como cuando todas las chicas se van de crucero y a Dana le abren la maleta en el control del barco porque en el scaner aparece algo sospechoso. Un dildo. Y un arnés. Y unas pinzas para pezones. O cuando en el camarote "juegan" a Vacaciones en el mar.
-Julie...you're beautiful!
-Oh, Captain Stubing, thank you!


Dana, Alice, gracias a vosotras.

¿Y qué pasa con Bette? No me he olvidado de ella, qué va. Lo cierto es que nuestra Bette pasa sus peores momentos durante esta temporada. Tina la odia, y con razón, y nada parece salirle bien, ni profesionalmente, ni en el terreno familiar (su padre reaparece, y las cosas no podrían acabar peor), ni en el personal. Para colmo, aparece en escena otro personaje nuevo, Helena Peabody (hija de la gran Peggy Peabody, de la que hablé en la primera entrada), ahora al mando de la Fundación Peabody, y que va soltando pasta a diestro y siniestro. Un buen pellizco cae en la asociación donde Tina trabaja. ¿Y qué pasa? Que Tina cae en las redes de la guapísima Helena, que no puede disimular su atracción irremediable hacia las mujeres embarazadas.
Todos amamos a Helena, pero lo cierto es que en la segunda temporada de L resulta un poquito odiosa.
No es nada personal, Helena. Es que te has metido en medio de algo muy serio
Bette está totalmente hundida y, para colmo, es la última en enterarse de que Tina está embarazada. Se siente totalmente estúpida y sabe que ha sido bastante egoísta. Hay una escena que me encanta entre Bette y Jenny, en la que los roles se cambian por un momento y de repente nos damos cuenta de cuantísimo han cambiado las cosas desde la primera temporada, en la cuál se nos dibujaba a los personajes con unos trazos muy simples (Bette - fuerte y decidida / Jenny - dependiente, insegura), para luego darnos un tortazo en toda la cara al presenciar escenas como ésta, en la que ahí está Jenny, con su nuevo corte de pelo, dando ánimos y valor con una determinación y una dulzura increíbles a Bette, la encarnación pura de garra femenina. Ahora está hecha polvo. Después de tres minutos de conversación, Bette mira a Jenny y le dice "¡Te has cortado el pelo!", un detalle importante que nos trae a las dos Bettes: la antigua, tan centrada en sí misma que no se da cuenta de que la melena de Jenny ha desaparecido, y la nueva, tan fuera de sí misma que ni siente ni padece. 
No he mencionado la adicción que Bette desarrolla al alcohol y al tabaco durante unos cuantos capítulos, una Bette autodestructiva que resulta igualmente fascinante como personaje.


Hay escenas en esta serie totalmente memorables, no realmente por su contenido, sino por lo que representan y por cómo pueden hacernos sonreír. Es cierto que todas las chicas se vuelcan con Tina después de la ruptura, pero cuando Bette espabila y deja a la carpintera, se deja el pellejo por recuperar a Tina y por hacer las cosas bien. Y otra cosa no, pero cuando en L necesitas una amiga, aparecen diez. El final del octavo capítulo nos regala uno de esos instantes que te hacen olvidarte de todo lo que pasa en el mundo exterior y hacerte querer que lo que está dentro de la pantalla te absorba y poder experimentar lo mismo que la persona a la que estás viendo. Un aplauso para todas las actrices de esta serie, de verdad, por la forma que han tenido de transmitir de una manera tan pura emociones tan increíbles e intensas. 

La "family night" con la que termina el octavo episodio es una de esas escenas maravillosas que te hacen confiar por un momento en que el ser humano, como dicen los señores de Aquarius, en efecto, puede ser maravilloso.


Como no podía ser de otra forma (bueno, sí podía, pero en ese caso la serie hubiera tenido que terminar antes), Tina y Bette se van acercando más, y más, y más, hasta que Tina se da cuenta de que pasa de Helena. A Tina le va la marcha, eso está claro, pero sabe lo que quiere. A Bette. ¿Y ese momento en el que le dice que quiere tener un "home birth"? Ya sabíamos que Tina quería dar a luz en casa, pero hay un punto exacto en el que le subraya a Bette que quiere tener un "HOME birth", o sea, volver a casa, con ella. Y tener a su hija allí, y tener un hogar, una familia. Menuda cosa más ñoña, ¿eh? Así contado, al menos... Pero después de tantos capítulos haciéndonos sufrir, ya estaba bien.


La temporada termina con todas las chicas en casa de Tina y Bette, pasándose a Angelica, como una especie de ritual de bienvenida. La familia al completo.
Qué bonito lo he contado todo. Nada más lejos de la realidad, no os preocupéis. Hay algunos flecos sueltos, como por ejemplo la vuelta de Lara, la ex de Dana.
¿Y no echáis de menos a alguien? En efecto. ¿Y Marina? ¿Qué ha sido de la increíble Marina? Lo único que sabemos de ella es que ha intentado suicidarse en un hotel, y que se ha ido a Italia. El Planet se lo queda Kit, asociada con Ivan Aycock, y lo convierte en un club de moda.

Me quedan muchas cosas por contar, pero podría no acabar nunca.
¿Con quién me quedo en esta temporada? Sin lugar a dudas, con Alice. Es obsesiva, observa los detalles y les da importancia, necesita que la quieran. Eso me suena de algo. Alice es el personaje más gracioso de la serie, de lejos. Y el más intenso emocionalmente, creo que también. Y para prueba, veremos lo que pasa en las siguientes temporadas. Sobre todo en la siguiente.


¿Y mi personaje más odiado de la segunda temporada?
Ni lo hay ni me apetece buscar uno.

La segunda temporada de L es bastante intensa, mucho más que la primera, en la que prácticamente simplemente conocemos a los personajes y a cada uno le cae un marrón diferente. Poco más. Eh, eh, ¡que me encanta!, pero es verdad que ahora (como pasa en todas las series del universo, vaya), todo está mucho más caldeado. Y prepárate, que vienen curvas.

Muchas curvas
¡Gracias por leerme!